7 de gen. 2009

RERPOSTAS SENSE DIPLOMACIA


Al concluirse la segunda conflagración bélica mundial, en 1945, con la victoria indiscutible del Ejército Rojo frente al nazi-fascismo alemán, además de la resistencia heroica de los pueblos contra el mismo, así como el derrocamiento del italiano y el militarismo japonés -el franquismo español por otras razones quedó excluido de la campaña liberadora-, y la entrada tardía de los países de los Aliados antifascistas a la contienda (el Segundo Frente se abrió en Normandía, en 1944), pero que sirvió para debilitar al fascismo en la zona occidental europea, además de los combates en el Norte de África, no obstante, al llegar el fin de la guerra, insistimos, aconteció un hecho que estremeció a la humanidad, como el gran holocausto propiciado por los nazis.



Los Estados Unidos de América sin emitir ningún previo aviso a sus aliados la URSS, el Reino Unido y Francia, lanzó dos bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagassaki, produciendo la rendición casi inmediata de la camarilla militar nipona.



El hecho motivado -según el presidente norteamericano Harry S. Truman- para evitar mayores pérdidas de soldados norteamericanos, constituyó sin embargo un acto genocida y criminal contra civiles y fue, ante todo, una advertencia, chantaje y presión incluida, a la Unión Soviética y al mundo en su totalidad porque anunció que el imperialismo estadounidense quedaba como la potencia hegemónica inequívoca a nivel planetario en la nueva situación histórica.



A pesar de los esfuerzos por crear un Nuevo Orden Mundial y de los acuerdos de pre-guerra entre los Aliados, el orbe quedó dividido entre el Este y el Oeste, entre el socialismo centro-este europeo y el capitalismo mundializado. El aún no denominado Tercer Mundo (lo sería en 1952, gracias a un intelectual francés que lo nombró de esa forma) quedaba en el libreto, pero como actor de segundo orden, pero la historia venidera cambiaría esa apreciación simplista y reduccionista.



Los años 1947-1948 serían decisivos para el Medio Oriente. En la última fecha es creado el Estado de Israel y muy al contrario de lo que pensaba la política exterior soviética -que contaba en su sociedad con infinidad de judíos y que a muchos de ellos los había liberado de los campos de exterminios nazis- el gobierno israelí con Ben Gurión a la cabeza comenzó una guerra contra las naciones árabes vecinas -hasta 1949- aduciendo que el nacionalismo árabe, que encabezaba el entonces dirigente egipcio Gamal Abdel Nasser, era sumamente hostil contra el naciente Estado nación.



Asimismo, los grandes magnates judíos que se encontraban viviendo en los EE.UU. y otros países occidentales, habían comenzado a consolidar un lobby financiero y económico con influencia política determinante en el gobierno estadounidense.



Estos iniciaron una ayuda abundante en dinero, hombres y armas hacia su patria redimida, luego de siglos de diáspora obligada, expoliación, opresión, discriminación y racismo en su contra.

Lo terrible del caso que analizamos es que ese Estado hebreo que debía tener una política coherente con su historia y religión, no de vendetta ni de odio y mucho menos capaz de construir una ideología xenofóbica, discriminatoria y racista, dio a la luz pública internacional una nueva producción conceptual y práctica de todo lo contrario: el sionismo, algo tan denigrante como el Apartheid y el neofascismo.

A la guerra de esos años, vinieron otros tiempos de extremas tensiones y confrontaciones con los pueblos árabes que fueron tratados de inferiores, de enfrentamientos religiosos entre el judaísmo y el islamismo, este último preponderante en los países vecinos, pero que también fue considerado como algo salvaje, pagano y rotundamente opuesto al mundo occidental, en sus valores ético-morales, estéticos, culturales y civilizatorios.

La historia parecía reciclarse, pero ahora contaba con el apoyo de los países capitalistas desarrollados “civilizados” europeos y los EE.UU., que vieron en el Estado sionista a un “Caballo de Troya” y a un aliado militar para llevar a cabo sus planes de expansión en ese “mediterráneo” de petróleo. La crisis de 1956 cuando se intentó arrebartale a la nación egipcia el estratégico Canal de Suez, fue resuelta a través de la política de fuerza de la URSS que amenazó con atacar las ciudades de París y Londres, entre otras, si se insistía en esa amenaza y agresión. No obstante, el conflicto persistió.

Solo bastaron unos años más, en 1967, para que los israelíes apoyados financiera, económica, militar y logísticamente arremetieran de forma brutal contra Siria, Egipto, Jordania y otros estados vecinos. La llamada Guerra de los Siete Días, culminó con un alto al fuego y la ocupación a la fuerza de amplios territorios de esas naciones, incluyendo la Franja de Gaza, las Alturas del Golán y el mismísimo Canal de Suez.

La guerra recomenzaría en 1973, cuando parte de esos territorios fueron recuperados gracias en parte a la ayuda soviética en armamentos, aunque el ejército hebreo siempre mostró una capacidad combativa, nivel de fuego y estrategia-táctica militar superior a los, lamentablemente, divididos naciones-pueblos árabes. Pero ni la Franja de Gaza palestina y las Alturas del Golán sirias nunca fueron devueltas hasta hoy.

En esa compleja situación de combates incesantes, agresiones de todo tipo, sabotajes, violaciones y bombardeos a los territorios árabes, de atentados contra dirigentes de la resistencia, bloqueos terrestres, aéreos y navales, ataques sorpresivos y traicioneros, sistemas de espionaje en gran escala, el gran perdedor fue siempre la nación y el pueblo palestino, en especial, las distintas agrupaciones insertadas en la Organización de Liberación de Palestina (OLP), con su dirigente histórico Yasser Arafat, muerto en situación muy oscura en medio de un bloqueo israelí en la ciudad sagrada de Belén.

El fallecimiento de Arafat, padre de la nación, el pueblo palestino y de su forma de lucha: la Intifada -guerra de piedras y obstáculos contra la gran maquinaria de guerra israelí- es un capítulo no cerrado en esa historia de divergencias y divisiones en la propia OLP y los Estados árabes vecinos, con respecto a la causa común. A lo que habría que sumar los servicios secretos israelíes: la Mossad.

Pero resulta muy sospechoso que algunas agrupaciones de izquierda israelíes, o por lo menos más progresistas y democráticas que las élites de poder conservadoras que han ocupado de manera permanente el gobierno de ese país, ahora estén acusando al grupo HAMAS de ser el culpable de la nueva represalia hebrea contra la Franja de Gaza.

Bajo la mentira de que este grupo es fundamentalista islámico, que no desea un diálogo con las autoridades israelíes y que no se apegan a la tristemente famosa “Hoja de Ruta” trazada por los Estados Unidos y seguida como perros falderos por muchos países de la Unión Europea -como lo fueron en su tiempo los “Acuerdos de Camp David”- algunos sectores liberales judíos no acaban de comprender que no se puede acusar al agredido de amenazar y atacar al agresor, como si la historia pudiera ser leída al revés.

Si no fuera la primera vez que eso sucede al interior de Israel, en el propio mundo árabe y, a nivel exógeno, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y en otros foros internacionales, pensaríamos que se trata de la pérdida momentánea de la realidad, de la memoria y de la brújula política. Pero ese análisis falso se ha repetido a lo largo de estos más de 60 años. La defensa a ultranza por parte de un pueblo agredido, masacrado y con ánimo de ser exterminado, no es permitida.

La Franja de Gaza que pertenece a los palestinos no puede lanzar ataques al territorio israelí, porque es considerada una agresión contra la integridad sionista.

¿De qué moral estamos hablando? ¿Por qué no está permitido el legítimo derecho de establecerse un Estado Palestino, aunque en su gobierno estén representadas la gran variedad de religiones y variantes de estas en su interior? ¿Por qué se acusa a HAMAS, que es realmente islámico y que llegó al poder gracias al apoyo de su pueblo, de ser terrorista y no se hace lo mismo con el Terrorismo de Estado de Israel? ¿No es la misma historia del grupo de Hezbollah en el sur del Líbano que se enfrentó de forma decisiva y victoriosa contra la agresión sionista del año 2006?

No hace falta escribir más. La injusticia y el genocidio contra el pueblo palestino debe parar, la doble moral debe ser detenida.

¿Por qué Israel puede tener más de 300 armas atómicas y se arroga el derecho de poder agredir a Irán por sospechar que este las produce, aunque hasta este momento solo se conoce y se verifica por organismos internacionales que ese país solo desarrolla la energía nuclear para fines pacíficos? ¿También se aprobará con los brazos cruzados un ataque hebreo sorpresivo contra Irán por parte de la comunidad internacional, como ya ha avisado que cometerá?

Un pueblo agredido debe y puede defenderse con todos los medios a su alcance, mucho más si su agresor es militarmente superior. Las piedras, obstáculos, las lanzaderas, los cohetes caseros están permitidos contra las bombas atómicas y de destrucción masiva convencionales israelíes.

¿Qué opina realmente el laborioso e inteligente pueblo hebreo que tantos sabios y científicos han dado a la humanidad?

Pienso que debe cesar el derramamiento de sangre y las pérdidas de vidas humanas, pero eso se logrará en una mesa de negociaciones en igualdad de condiciones, respeto mutuo y con el establecimiento de un Estado Palestino. Nadie puede invocar el cese de la guerra si el país agresor no finaliza su política de hostigamiento, bloqueo, ataques despiadados y genocidios premeditados.


El alto al fuego tantas veces proclamado por el propio Israel es un eufemismo. La historia no puede ser tergiversada aunque nos duela que perdamos vidas humanas por parte de un adversario que solo se defiende asimétricamente, irregular y de forma desigual. Basta de intolerancia, odio intransigente, racismo, opresión nacional, discriminación, tratamiento de inferioridad hacia otros pueblos, naciones y religiones.

3 comentaris:

La casa de Pinel ha dit...

una currada impresionante la tuya, yo personalmente entiendo todo esto como que israel por un lado no recuerda como dice tu post, el genocidio que sufrieron los judios, por otro lado veo a los musulmanes que una y otra vez siempre tiran la primera i en consecuencia asesinan israelitas tambien civiles.
el resultado a la vista esta, ahora mueren civiles de gaza, pero hamas que es quien mata no muere y gaza tampoco condena ha hamas por haber traido la muerte a su pueblo.
es complicado de comprender, de solucionar, pero lo que si es cierto es que como siempre el que muere es el inocente.
un saludo

Kiko ha dit...

Esta claro, estoy con Pinel, siempre mueren los inocentes y los mas débiles, por eso un post realizado en blog, intente explicar que si a las guerras fuesen los políticos o los que gobiernan, seguramente no habría guerras nunca.

Apa Noi ha dit...

Ley del Talión
hay que tener en cuebta la religión
ojo por ojo, y esto puede durar generaciones de odio
tampoco descrto el petroleo
mirar hago otro comemtario, puesto que esta masacre hay cosas que se tiene que saber
lo de la religion esta chungo